Luego escribir mi entrada anterior, aquella sobre la mente, una amiga me comentó que, de no ser por la pandemia y el cuidado que se tiene actualmente con la limpieza, no habría logrado comprender lo que sentí. Si estás tomando las medidas necesarias, como lavarte las manos seguido y durante al menos 30 segundos, usar cubrebocas, cambiarte de ropa luego de haberte sentado en lugares públicos ―esto puede que solo sea cosa mía― o alejarte a una distancia mínima de un metro y medio de las demás personas, entonces estás viviendo una versión racional de aquello que expliqué ―con sus agregados y sus disminuciones.
Cuando tuve mi entrevista para ingresar a la universidad, sentí la necesidad de admitir que, en ese entonces, vivía con una tremenda aversión hacia los gérmenes. Recuerdo estar en la oficina de la entrevistadora y decirle algo similar a: «Ahora que salga, iré a lavarme las manos, porque toqué esta hoja que usted también tocó». No tengo idea de cómo se lo tomó, pero sí recuerdo pensar que ese sería motivo suficiente para que me negaran la entrada a la carrera.
Con la situación actual del país ―no digo del mundo, porque otros lugares fueron mucho más precavidos y ya se están recuperando; mientras que, por el contrario, otros tantos se encuentran peor―, me siento con una pequeña ventaja, a la vez que siento como si el entorno quisiera empujarme de nuevo a esa época ―previa al trastorno delirante―, poniéndome detonantes en el camino.
Esta entrada no viene a ser nada en específico. Solo tenía ganas de contar algo.
¿A ti cómo te está yendo con la pandemia? Espero que bien. Ojalá estés sano o sana y te encuentres aprovechando el tiempo de la manera que mejor te haga sentir.
Para mí, ha sido un lento retorno a la escritura ―lo cual considero una victoria― y un todavía más lento descenso en la lectura, iniciando en junio. Terminar La historia interminable de Michael Ende me llevó un mes. Del 29 de junio al 20 de julio. No es un mal libro. Es tremendamente imaginativo, vívido y motivante. Sin embargo, detesté al protagonista y eso me hizo ir a un paso lentísimo. Pensé que me recuperaría al retornar a obras fuera de lo que suelo leer ―fantasía o, recientemente, algo que podemos clasificar como realismo mágico―, así que mi siguiente libro fue Tsugumi de Banana Yoshimoto, del 20 al 25 de julio. Y desde el 25 de julio he estado «leyendo» Algo que brilla como el mar de Hiromi Kawakami. La verdad es que solo llevo 34 páginas.
He considerado comenzar a escribir sobre los libros que he leído este año. Hacerles un apartado en el blog y hablar largo y tendido sobre qué me parecieron. Quizá desde una perspectiva académica, con lo que recuerdo de mis clases, o solo como un fan hablando de las cosas que le gustan. ¿Podría encontrar un punto medio? Tal vez.
¿Te has puesto alguna meta a alcanzar antes de que tengamos que salir de nuevo al mundo? A la normalidad. «Normal» es definido por la RAE como aquello «Habitual u ordinario» y considerando que esto de la pandemia ya lleva unos cuantos meses, es natural que ya podamos llamarle normalidad. Detesto el término «nueva normalidad». No tengo un motivo sólido. Solo me suena ridículo.
Bueno, en lo que estaba. ¿Tienes alguna meta? ¿Un proyecto? No es que sean necesarios, solo que últimamente he visto cómo un sinfín de amigos y conocidos se han volcado en la redes sociales para compartir lo que hacen. Tienen un podcast o dan talleres, le hablan a la cámara sin parar o… Bien, supongo que captas la idea. También debes haberlo notado.
Es bueno, ¿no? Tener algo en que ocupar el tiempo. Las redes sociales son un magnífico canal para encontrar personas a las que les guste lo que haces, lo compartan y te descubran a la vez que te descubres. Aunque, como todo, también tienen sus partes negativas, como la cultura de la cancelación, que se ha convertido más en una broma que en un movimiento real que ayude a las personas. Tiene sentido. En realidad, el problema no es la herramienta en sí, sino quien la sostiene y el uso que le da.
Últimamente, siento como si los días se movieran más rápido. Ya estamos en agosto. Ni siquiera sé cuántos meses lleva esto. Aunque lo intente, no logro recordar cuándo fue que se nos prohibió salir. No sé cuál fue la última película que vi en el cine ni el último restaurante que visité. Siendo como soy, el posible que no vuelva a lugares así hasta dentro de mucho, mucho tiempo, incluso si nos dicen que ya es seguro hacerlo.
En esta ocasión, me gustaría cerrar esta entrada con las cosas que me han hecho feliz últimamente o los descubrimiento de la semana.
Me he visto envuelto en una lucha contra la racionalización del lenguaje. Cuando escribo, dejo que las palabras fluyan y pocas veces hago un análisis extenso antes de publicarlas. Sin embargo, desde que le pedí a Nicole ―la hermana de mi mejor amigo― que me ayudara a revisar un texto y me hiciera notar la existencia del queísmo y del dequeísmo, le dedico mucho más tiempo a la revisión de los textos. Llevo unos cuantos días con el segundo capítulo de Otoño, la Estación Adecuada y eso me hace sentir mucho más responsable con lo que creo. Jamás me han gustado los procesos; soy alguien que prefiere la inmediatez. Así soy con las fotos, los textos y, cuando lo hacía, así era con los dibujos. Dedicarle más esfuerzo se siente bien.
Bastille lanzó una nueva canción titulada “WHAT YOU GONNA DO???”.
Comencé a ver la nueva temporada de The Umbrella Academy y desde la primera noté cuánto detesto su corrección de color. No sé qué encuentran de atractivo en lo que le hacen a la imagen. Sin embargo, es bueno ver a los Hargreeves de vuelta. Si te gustan los superhéroes y no has visto esa serie, quizá pueda agradarte.
Volví a ver Julie & Julia. Es una película agradable para una tarde. La recomiendo con un 8/10.
Me enteré de que la editora de Patrick Rothfuss no ha leído ni una sola palabra del tercer libro. Qué mal. Somos muchas personas quienes lo esperamos, pero lo más seguro es que valga la pena. Siento que Rothfuss se presiona demasiado y que siente que mientras más tiempo pase, los fans esperarán algo más y más sorprendente. ¿Quizá le da miedo no cumplir las expectativas? Ni las nuestras ni, por supuesto, las suyas, que son las que realmente importan.
Y… poco más.
Esta es la entrada de hoy. ¿A ti qué te hizo feliz esta semana? ¿Qué planes tienes? ¿Algún detonante, libro o meta?