«Perfil de una gran ciudad. Captamos esta imagen desde las alturas, a través de los ojos de un ave nocturna que vuela muy alto».
Durante mucho tiempo, me molestaba la idea de que las personas usaran marcatextos o pluma en las páginas de sus libros y lo decía abiertamente. Con el paso de los años, aprendí que cada quien puede tratarlos como mejor le parezca y le haga feliz.
Solo una vez me he atrevido a usar bolígrafo en un libro y fue con El Príncipe de la Noche de Darren Shan. En la página final, anoté una frase que, en ese entonces, consideré el error más grave del personaje principal de la saga. Me pareció una idea genial y quise repetirlo en otros textos. Por suerte, no lo hice. Usar alguna tinta permanente sobre cualquier edición impresa me sigue pareciendo algo incorrecto; sin embargo, ya no voy por la vida diciéndoles a los demás lo que deben hacer.
A veces, al iniciar un libro, tomo un lápiz y escribo en la última página el lugar y la fecha en la que estoy introduciéndome a ese mundo. Al terminar, vuelvo y anoto dónde lo acabe y qué día. Eso no lo hice con After Dark.
Haruki Murakami (村上 春樹) es un escritor y traductor de 71 años nacido en Kioto, Japón, en 1949. Según sus propias palabras, no le importan los premios literarios, pero me permitiré mencionar que comenzó su carrera gracias a que se ganó el Premio Gunzo a Mejor Nuevo Escritor y debido a que fue nominado al Akutagawa con Escucha la Canción del Viento (風の歌を聴け). Esta obra cimentó las bases de la Trilogía de la Rata, compuesta, además, por Pinball 1973 (1973年のピンボール), La Caza del Carnero Salvaje (羊をめぐる冒険) y por Baila, Baila, Baila (ダンス・ダンス・ダンス) ―quizá mi libro favorito de este escritor, que pelea por el puesto con Tokio Blues. Sé que son 4 obras, pero Baila, Baila, Baila no se considera, como tal, parte de la Trilogía, aunque el personaje principal sea el mismo y comparta locaciones ―como el Hotel Delfín― con los otros tres.
Como dije en la entrada pasada, es ahora cuando hablo sobre el Akutagawa, uno de los galardones literarios más prestigiosos de todo Japón. Tiene este nombre debido al aclamado escritor japonés Ryūnosuke Akutagawa. Este premio se ofrece dos veces al año y solo se le da a los mejores escritores noveles o que apenas se encuentran en desarrollo. Cuando alguien gana, además del prestigio, se lleva un reloj de bolsillo y un millón de yenes. Murakami y este premio tienen una larga historia de… rivalidad. Durante mucho tiempo, todos se preguntaron el porqué este gran escritor no se lo había llevado. Ahora, al ser reconocido mundialmente, ya no puede aspirar a él. Al menos, todavía le queda el Nobel.
Cabe mencionar que Haruki Murakami inició su aventura en la escritura gracias a un partido de béisbol. De pronto, estando allí, sintió que tenía que hacer un libro; le llegó como una revelación repentina. En esta época, el escritor regentaba su propio bar de jazz ―ah, el jazz; siempre encontrarás este género musical en sus novelas― y era durante las madrugadas que se dedicaba a trabajar en Escucha la Canción del Viento. No tenía ninguna pretensión más allá de sacar las palabras de dentro de su mente.
Primero, comenzó escribiendo en japonés y al acabar el primer borrador, no se sintió satisfecho, por lo que decidió volver a intentarlo, pero esta ocasión, en inglés. Quedó feliz con lo que tenía, así que lo tradujo a su idioma natal y fue así que encontró su voz, una que muchos críticos del País del Sol Naciente tachan de ser poco japonesa.
La fama internacional de Murakami llegó con su novela Tokio Blues: Norwegian Wood (ノルウェイの森). Esta historia le permitió viajar fuera de Japón y trabajar mucho más en calma, sin la presión que ejercían sobre él los críticos de su nación.
Si te interesa saber más sobre su vida, te recomiendo leer De qué hablo cuando hablo de escribir. También te recomendaría De qué hablo cuando hablo de correr, sin embargo, no lo he leído ―Murakami es corredor desde los 33 años, algo que hace para mantener su cuerpo activo y en equilibrio con su mente; sin un cuerpo sano, no podrá escribir, algo que explica a través de una metáfora con el dolor de muelas.
Mi aventura con el surrealismo de Murakami comenzó con 1Q84. Lo empecé a leer en la universidad y, bueno, todavía no lo termino. En esos años, cuando un libro de verdad no me gustaba, lo dejaba a la mitad. Supongo que no estaba listo para este escritor.
Pero, bueno, ya habrá tiempo para hablar sobre otros de los libros de este autor, pues constituyen más de la mitad de lo que he leído este año ―no pensé que fuera a gustarme tanto. Hoy estamos aquí por After Dark (アフターダーク), novela publicada en 2004 y traducida por Lourdes Porta en la primera edición de Maxi Tusquets Editores México de 2009.
Este fue mi segundo libro del año.
«Cerca de medianoche, Mari se toma un café en un restaurante. En una habitación, Eri se ha sumido en una dulce inconsciencia; el televisor cobra vida y empieza a distinguirse en la pantalla una imagen turbadora. Lo más inquietante: el televisor no está enchufado…»
After Dark nos plantea una noche en el Japón que surge después de las 12:00 AM.
En un texto que solo puedo describir como «cinematográfico» ―en más de una ocasión, el escritor nos sitúa en el POV de una cámara―, Murakami nos cuenta la historia de Mari Asai, quien deambula por las calles y establecimientos de la ciudad porque no quiere estar en casa. A Mari la acompañan, Tetsuya Takahashi, miembro de una banda, Kaoru, la regente de un love hotel y Shirakawa, trabajador de turno nocturno que podría estar implicado en un crimen. Murakami pobla las páginas de After Dark con los arquetipos dueños de la noche.
La canción “Five Spot After Dark” es la que le da nombre a esta novela. Compuesta por Curtis Fuller, esta tonada de jazz es una banda sonora ideal para la narrativa a la que nos guía Haruki Murakami, repleta de los lugares y escenas propias de una ciudad que debería dormir por completo, pero que se mantiene despierta para darle hogar a todos aquellos que no pueden realizar sus labores durante el día.
Por supuesto, el elemento surreal no se puede quedar fuera en esta novela: Eri Asai, hermana mayor de Mari y modelo, es visitada por una entidad misteriosa a través de la pantalla de su televisión desconectada.
¿De dónde proviene esta visión que se presenta entre la estática? ¿Por qué está interesada en Eri? ¿Por qué Mari no quiere volver a casa? ¿Qué otros sucesos se esconden entre las calles y por qué la cámara nos arrastra a tan diversas situaciones? Estas son solo dos de las preguntas que tendremos que resolver a lo largo de este texto con tintes noir. Me permito adelantar que muchas de las respuestas se encuentran ocultas entre líneas.
After Dark continúa con la tradición de Murakami de centrar sus novelas en personajes solitarios que parecen vivir más dentro de sus pensamientos que en el mundo real, cuestionando sus inseguridades hasta alcanzar un punto en el que son capaces de sobrellevarlas y salvarse o ser arrastrados por ellas hacia el otro lado.