Comenzamos el último cuarto del año: octubre,
noviembre y diciembre. Ya pasaron nueve meses y puedes preguntarme
cuánto he hecho de mi lista de propósitos de año nuevo. Alguna vez, en
un video, alguien dijo que no le gustaba hacerse propósitos, porque al
final de año, al darse cuenta de que no los había llevado a cabo, se
decepcionaba. Para comenzar esta entrada, me gustaría repasar mi lista
de propósitos y ver qué tan bien he avanzado.
- Escribir a diario: Sí. Esto no lo he hecho del
todo bien. En realidad, creí que lo tenía escrito como «escribir más»,
pero ya vi que no soy de los que da a torcer la mano. - Leer más:
Bueno, esto, según yo, sí que lo he hecho. Entre esto y aquello, en lo
que va del año he leído 21 libros —sin contar alguna relectura. No es el
número más maravilloso, sin embargo, estoy, por ahora, satisfecho. - Hacer ejercicio: Lo intenté. Veamos si en los próximos meses vuelven las ganas.
- Fotografiar más (cazar mi estilo):
Esto es algo en lo que todavía trabajo. Gracias a unirme a una persona
de la universidad, he logrado usar un poco más la cámara, y sí he estado
persiguiendo lo que quiero lograr —al menos, eso creo. - Demostrar cariño: Sí.
- Madurar: Dentro de mis estándares, sí, lo he hecho.
- Generar más contenido audiovisual: No. No lo he hecho.
- Vencer miedos irracionales: ¡Ahí vamos!
- Lazos:
Esto se refiere a reforzar y crear nuevos lazos, mantener los que ya
tengo bien cuidados y ese tipo de cosas. No lo sé. Tendría que
preguntarle a esos lazos cómo valoran la experiencia, de una a cinco
estrellas. - Creatividad: Trabajar en mi creatividad es algo que sigo queriendo hacer, por eso volví a leer Roba como artista de Austin Kleon.
- Decisiones responsables: Una que otra. No como debería.
- Disfrutar del momento: Sigo olvidándolo.
- Viajar: Me mudé de ciudad. ¿Cuenta?
- Ahorrar dinero: Oh.
- Ser feliz: Ya hablé de la felicidad como un estado intermitente, así que sí.
- Amar: Sí.
De hablar largo y tendido sobre mis propósitos ya habrá tiempo —¿tú
hiciste lista de propósitos? Si sí, ¿qué tal vas?—, solo quería usarlos
como introducción y recordatorio personal.
Septiembre. Fue un mes largo, un mes lleno de nuevas experiencias.
Entre ellas, comencé a rentar. El día de hoy —1 de octubre— cumplo,
oficialmente, un mes como un ente independiente que paga sus cuentas,
compra su comida y ve por su estabilidad emocional —de cierta manera. No
sé si le dedicaré más tiempo a este tema en esta entrada o si le haré
un espacio especial en una a futuro.
Durante septiembre, también celebré mi cumpleaños. Esto es destacable
por una razón: yo, voluntariamente, no celebro mi cumpleaños. Sin
embargo, pensé que, si ya era una persona que pagaba su renta, bien
podía —acabo de recibir un mensaje de mi mejor amigo que dice «Qué
carajos» y no podría estar más de acuerdo— celebrar con personas que
quisiera. Y lo hicimos de la única manera que consideré decente: jugando
D&D. Mi segunda campaña, a decir verdad. Hubo cabras y pociones que
te convierten en cabra; hielo, un establo y un guardia enojado, un DM
desesperado y suspirando, robos injustificados, rumores a montones y mis
números, que están bastante más arriba de lo que deberían. Y, bueno,
nadie quería decirme si el rey tenía una hija.
Septiembre fue un buen mes. Un mes de adaptaciones —aunque estas
todavía no terminan. Ahora viene octubre, con sus promesas de dulces,
películas de terror, inktober —el año pasado lo intenté y solo
pude seguirle la pista un par de días, pues coincidió con la época en la
que hacía ilustraciones diarias e intentar subir dos dibujos al día me
sobrepasaba— y un plan que tengo: durante septiembre, no tomé tantas
fotografías como me habría gustado, aunque sí capturé algunos momentos.
Es algo que antes hacía mucho: a donde fuera, llevaba conmigo mi cámara.
Le tomaba fotos a las personas, a los paisajes, a los animales, a las
USB, a los vasos de café con dibujos y a… bueno, prácticamente a todo lo
que se cruzara en mi camino. Y aunque fotografiar todo hace
que las fotos pierdan cierto sentido, también es una manera increíble de
guardar momentos, para luego redescubrirlos. Yo acabo de redescubrir
una vieja cuenta de Tumblr, donde están esas fotografías que les tomaba a
las personas —les avisaba que podían terminar en internet. Ya les daré
su espacio e intentaré recordar anécdotas de cuando las tomé.
Entonces, durante septiembre no tomé tantas fotografías como me
habría gustado y es algo que me encantaría cambiar en este mes que
inicia. Pero no como lo hacía en la universidad. Con una cámara digital,
puedes tomar cuantas fotografías quieras, revisarlas y si no te gustan,
editarlas o eliminarlas, porque lo más probable es que hayas tomado
otro montón para elegir. Y no. Es por eso tomaré mi cámara análoga y
sacaré una fotografía durante cada día de octubre, en 35 mm,
arriesgándome a que tal vez no salgan bien. Y esa es la magia. Puede que
algunas ni siquiera permanezcan durante el revelado —la última vez que
fui a revelar, me quedé con 9 de 19 fotografías, porque cometí un
divertido error.
Ese es el objetivo de octubre: tomar una fotografía diaria. ¿Es un
propósito? No lo creo. Tampoco es un reto. Es más como… una manera de
retomar un viejo hábito.
Intentaré que cada fotografía tenga cierto valor. No quiero sentirme
obligado a fotografiar por fotografiar. Si un día no hay nada, pues no
hay nada. Si otros hay más de dos, tres, cuatro fotografías, las tomaré.
El punto es tener un registro de octubre, así como tengo unos cuantos
registros de momentos de septiembre —que espero pronto poder mostrar
aquí. El punto es aplicar lo que ahora sé y combinarlo con lo que antes
sabía.
Y si tú, que estás leyendo esto, tienes ganas de comenzar algo nuevo o
de retomar algo que abandonaste, te animo que te tomes octubre como el
mes para hacerlo y me acompañes en esta pequeña aventura. Al final,
pondremos sobre la mesa los resultados. Tal vez cubramos todos los días;
tal vez nos cansemos a la mitad. Ya lo descubriremos.
Septiembre fue un mes de ver unas cuantas películas nuevas, de
conocer personas y de celebrar eventos. Fue un mes en el que me di
cuenta de cambios que necesito hacer para convertirme en un adulto
funcional —porque, según las etapas que describí en esta entrada
hace más de un año, me encuentro en la cuarta etapa, aunque en
realidad la estoy combinando con la tres, que prácticamente me salté—,
un mes en el que creí que una persona que había recuperado se había
vuelto a escapar; un mes en el que me aventuré a un mundo donde los
consejeros de los reyes tienen secretos poco agradables, en el que
retomé este blog, en el que se planean más proyectos y un mes, en
general, en el que di bastantes pasos. Tal vez no relacionados
directamente con mis propósitos de año nuevo, pero sí pasos que llevan
por un camino que parece buena idea explorar.
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Y, solo como extra, me gustaría dejar los descubrimientos que hice en
septiembre, cosas que salieron nuevas o, simplemente, recomendaciones
que me nace hacerte, además de una lista de lo que leí y vi.
Salió el nuevo disco de The Lumineers, III. The Lumineers es una banda que me gusta muchísimo y la narrativa que desarrollan en III, es muy emocionante. Este álbum cuenta una historia que vale la pena escuchar —y cada una de las diez canciones principales tiene video, para entender un poco mejor la vida de los Sparks.
Aurora estrenó video para una canción que me gusta muchísimo, “Apple
Tree”. Aurora me inspira un montón, y esta canción en particular es de
las que más disfruto de toda su producción.
Durante septiembre, terminé de leer La Quinta Estación de N.
K. Jemisin, galardonado libro de fantasía de una escritora experta en
la creación de mundos. Lo recomiendo muchísimo si te gusta la fantasía y
los universos bien cimentados, en los que se siente que llegas a un
lugar que lleva milenios existiendo y donde no se toman la molestia de
guiarte tomándote de la mano. También leí, por primera vez, El Principito
de Antoine de Saint-Exupéry, lo que resultó en una agradable
experiencia. Si todavía no lo lees, tal vez ahora sea el momento. Leí la
novelización de El Laberinto del Fauno, de Guillermo del Toro y
Cornelia Funke. Cornelia es una excelente narradora en sus libros del
Mundo de Tinta, y no decepciona en El Laberinto del Fauno,
aunque termina siendo excesivamente explicativa, en lugar de
demostrativa. Pero los diez relatos que hablan sobre el mundo del que
Ofelia proviene mantienen la magia que hizo que me gustara tanto esta
escritora que dice que si el libro favorito de un escritor no es aquel
que está escribiendo, tiene un problema. También comencé El Retorno del Rey, que es mi lectura actual.
Durante septiembre solo vi tres películas: It: Capítulo II, Olimpia y Midsommar. Cada una tiene sus puntos positivos y negativos, pero si tuviera que recomendar solo una de ellas, sería Midsommar,
por la incomodidad que logra generar a través del diseño sonoro, además
de los momentos destacables que tiene en su fotografía. Su guion, a mi
parecer, termina siendo un poco predecible si le ponen la atención
suficiente, y como Cornelia, peca de explicativa.
Volví a ver Avatar: La Leyenda de Aang, un fiel compañero. Revisité algunos capítulos de Los Siete Pecados Capitales, así como también comencé mi revisión de Shaman King.
Ah, y claro, conocí la canción “Don’t You (Forget About Me)” de The Wind and The Wave, me reencontré con un food truck y empecé a leer el segundo volumen del manga La flores del mal, que me tiene muy interesado.